KAIRÓS

Nº14

 
 

Siempre me han gustado los aeropuertos, y además, siempre que me ha tocado viajar he llegado con suficiente antelación como para vivirlos desde dentro, pero últimamente creo que me he acabado convirtiendo en ese tipo de personas que recorre los estantes del Duty Free en busca del sérum más caro para poder probarlo (cosa que antes no hacía), y también en ese perfil al que le molesta mucho que plieguen una bolsa de papel durante demasiado tiempo, probablemente por lo innecesario de ese molesto ruido que produce y sin duda, nubla mi concentración. ¿Qué me ha pasado? ¿Será que he crecido, así de golpe?

No voy a cargar con esa culpa, porque se que también recorro siempre ventanal tras ventanal de la terminal (una vez localizada la puerta de embarque, claro, porque he crecido de golpe), para encontrar la luz que pueda regalarme la instantánea perfecta que encapsule el inicio de una nueva aventura.

fig. 01 Aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid

fig. 02 Aeropuerto Adolfo Suárez, Madrid

 

He necesitado este viaje tanto como respirar. Un viaje que inicia con un extraño dolor en el cuello, a medio camino entre un dolor de garganta y un dolor muscular. Creo que es de las cosas que no digo y se me quedan ahí, agarradas, como quien resiste con los últimos dedos aferrado al borde de un precipicio al que sabe que finalmente acabará cayendo.

Una vez en el aire pienso que sin duda alguna sobrevolar el otoño es bonito, pero que resulta aún más fascinante vivirlo desde abajo, cuando sientes que te caen las hojas sobre la cara. También he pensado en eso de que no todos hablamos el mismo idioma, por ejemplo, hay personas con las que solo puedes comunicarte a través de la música (maravilloso lenguaje, por cierto).

 

fig. 03 Monolocale a Via Margutta

Todos esos pensamientos aleatorios y desordenados (también ese extraño dolor de cuello), se han ido desvaneciendo a medida que pasaban las horas aquí.

Solo en el preciso momento en el que entro en el espacio que habitaré durante dos noches realizo que para pensar es necesario estar en silencio. Probablemente el silencio se ha convertido en un privilegio de pocos, incluso cuando es compartido. No sé en qué momento cala tanto en mí esta idea, que hasta el taxista que me lleva a mi destino llega a sentirse tan incómodo, que se rinde a la vergonzosa obligación de encender la radio para romperlo.

Yo siempre he sido de interactuar, pero quizás este viaje esté destinado sólo a eso. A pensar.

 

fig. 04 Al interno di Via Margutta

fig. 05 Via Margutta

 

De camino en el tren he visto un escrito en un muro que decía: “Manifiesta il tuo presente” (Manifiesta tu presente). Aquí, resulta que es que es ofensivo no parar, por respeto a la esencia de una realidad que parece inmutable, de hecho, en la calle de los artistas parece que sólo pasan las estaciones que decoran y despeinan su gran magnolio, por lo demás, el Il Marmoraro sigue fumando cuando no está tallando, el gato de las mil vidas ha vuelto a saludarme y cada mañana hay alguien dispuesto a darte los buenos días.

 

fig. 06 Il Marmoraro

 

Supongo que no hay peregrinaje sin rezo, ni constancia sin esperanza.

fig. 07 Via Margutta

 

fig. 08 La Fontana degli Artisti

 

Yo no sabía que acabaría escribiendo sobre la percepción del tiempo hasta que la primera noche me crucé con un video explicativo que indicaba la diferencia entre Kairós y Chronos, que sustancialmente radica en su naturaleza: Chronos es el tiempo lineal y secuencial, medible con relojes y calendarios (cuantitativo), mientras que Kairós es el momento oportuno o de la oportunidad, un tiempo cualitativo en el que suceden cosas importantes.

 

fig. 09 El pasado.

 

No pretendo que los escépticos atiendan a mis razones, pero estar pensando en el sentido del tiempo mientras caminas y encontrarte con esta inmensa insignia de un lugar que sólo ofrece dos opciones de past(a) al día me hace llegar a la nítida conclusión de que dejarse guiar por las señales a veces es entender que el pasado sólo te ofrece, aquí y ahora, dos opciones a elegir.

 

fig. 10 PAST(A)

 

fig. 11 Fiori

fig. 12 “del tempo perso”

 

Aquí entiendo casi todo lo que me sucede, concediéndome el tiempo que necesito para cuidarme, hacer lo que más amo, estar dispuesta a vivir al límite como cuando sufro ataques repentinos con la idea de que en cualquier momento podría enfermar, y desdibujando la realidad de un presente alternativo que proyecto casi como un futuro tangible.

Sin duda alguna, no es tiempo perdido.

 

fig. 13 Tavolo

 

fig. 14 Roma

 
 

Ir de aquí para allá en busca de un cobijo con(sentido) sin brújula es el mejor mapa a seguir en esta ciudad llena de contrastes.

 

fig. 16 Uomo a Piazza Navona

 

fig. 17 Sant’Ivo alla Sapienza

 
 

fig. 18 Biblioteca Alejandrina

fig. 19 Biblioteca Alejandrina

 

El vínculo que tengo con algunos espacios en Roma seguramente esté ligado a esos momentos cualitativos en los que me han sucedido cosas importantes (sin duda alguna a un profundo nivel interno) por eso siempre tiendo a re visitar mis altares.

Este gesto nunca me defrauda, al contrario, siempre me devuelve una nueva experiencia.

De este paso por Sant’Ivo me llevo haber podido visitar la Biblioteca Alejandrina, y preguntar cosas (muchas cosas). Es muy interesante observar cómo cualquier vigilante de sala está lo suficientemente formado como para atender cualquier pregunta que se le haga, casi como si de puntos Stendhal se tratase, no sólo te cuentan lo que saben, sino que además lo vinculan a sus experiencias personales.

Preguntar y preguntar hasta llegar a lo que yo quería realmente saber, y es que entre esos libros están reflejados los hechos ligados principalmente a las cuestiones legales históricas de la ciudad, entre ellos, aquellos referentes a Caravaggio, como la tasa de alquiler que pagaba, las denuncias de su casero por abrir agujeros en las paredes para que entrase la luz, o la declaración de la persona que testificó en su contra la noche que asesinó a una persona.

La historia en torno al mito resulta tener más de historia que de mito, por eso es importante escribir siempre las cosas que nos ocurren.

fig. 20 Api

 

El tejido de la ciudad lo construyen muchos elementos, y las personas que lo habitan son clave para hacerla única. La constante entre lo sagrado y lo profano es como un mapa externo tangible que bien podría reflejar todas y cada una de las dudas vitales que nos atraviesan.

 

fig. 21 Roma

 

fig. 22 Retrato, Roma

 

También he vuelto a la Nuvola un año más. Poder seguir trabajando mi punto de vista crítico como esteta es fundamental para el trabajo que desarrollo. El recorrido es largo, y en medio de muchos Mimmo Rotella, futuristas y Christo y Jeanne-Claude, voy solo a resaltar dos de las cosas que más me gustaron.

La primera, la maravillosa obra de Daniele Accossato, y la segunda haber visto la obra de Vittorio Valiante, al que fui a visitar personalmente este verano a su estudio en Nápoles para poder traer su obra a Madrid.

Unos meses después, esto me demuestra que el ojo y las decisiones difícilmente me fallan.

 

fig. 23 Roma Arte in Nuvola

 

fig. 24 Amore Rapito | Daniele Accossato

fig. 25 Amore Rapito | Daniele Accossato

 
 

Mi sueño de habitar una de las casas de Vía Margutta se ha cumplido, y el romanticismo ha pasado a ser tan sencillo como aceptar que no es posible tener encendida la luz de la cocina y  al vez el secador del pelo, porque la luz salta. La quimera de la belleza siempre está presente en cada una de las cosas que hago.

 

fig. 27 Raw - man

fig. 28 Roma

fig. 29 Raw - man

 
 

Cerrar todas y cada una de las puertas de los espacios que he habitado en Roma siempre me ha producido una profunda pena. Puede que por primera vez haya echado en falta de verdad una “habitación propia” en la que poder entrar y quedarme cada vez que lo necesite, sin la seguridad que en algún momento lo tendré que abandonar.

Por lo demás, no sé cómo consigo infiltrarme con naturalidad entre las personas para que me cuenten sus anécdotas vitales, ni como he acabado detestando tanto el hecho de llevar una maleta que me identifique como una pasajera más ante los ojos de quien me observa.

 

fig. 30 Museo Etrusco | Villa Giulia

 
 

fig. 31 Museo Etrusco | Villa Giulia

 
 

De las mejores cosas de este viaje, ver a Eve, con la que fui a ver la nueva instalación de Marcello Maloberti en el Museo Etusco de Villa Giulia. No podía haber sido de otra manera, mientras caía el gran diluvio universal sobre la ciudad en forma de granizo. Allí nos esperaba F., la persona responsable de ese gran proyecto que lleva a cabo para integrar el arte contemporáneo en el contexto arquitectónico de una ciudad eterna.

Cuando me pregunta, ¿qué te parece?, sencillamente no pude responder otra cosa que no fuese: “POESÍA”. La lluvia no cesaba, y no había nadie a nuestro alrededor. Cuando hablo de magia, me refiero a estas cosas.

 

fig. 31 Marcello Maloberti | POESIA

 

Y así, volteada, como caída del cielo, reflejada en las puertas de la entrada a través de las cuales puedo ver el tráfico de la ciudad bajo la lluvia me devuelve el sentido que tiene para mí esta palabra.

fig. 32 Marcello Maloberti | POESIA

 

Por lo demás he cumplido con mi promesa de escribir postales, y he podido leer palabras de afecto de personas que cada vez siento más cercanas, de ellas llega la parte más emocional y real de este viaje. He conseguido verme, de nuevo, y sigo asentando en mi cabeza la idea de que cuando algo se rompe, a través de la grieta sale siempre una luz, y no solo, porque sólo a través de las cicatrices podremos decir “aquí dolió, y aquí sanó”.

“Haz lo que sientas y desarrolla siempre tu arte. Lo necesitamos. Roma lo necesita.”

 

fig. 33 POESIA

 

fig. 34 Cartoline postali

Sigo pensando, y soy consciente de la rigidez y carencia de emoción que me caracteriza atendiendo a este texto. Así que espero no haber crecido, así de golpe.

 

fig. 35 Autorretrato

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