IN CHE SENSO?

Nº13

 
 

En Italia existe una forma de responder ante las ambigüedades y extrañezas, incluso como respuesta exagerada ante algo raro o absurdo. “In che senso?” es una respuesta en forma de pregunta, que de alguna manera exige una explicación más profunda sobre algo. Siempre he pensado que hacer preguntas es una de las formas más interesantes de aprender, pero últimamente la mayoría de las respuestas a mi alrededor me resultan incompletas.

 

fig. 01 Spoleto

fig. 02 Spoleto

 

Parece que tenemos una absurda tendencia a romantizar todas las vidas posibles, todas menos la nuestra. Llegar a esta tierra siempre comporta un conflicto entre el estereotipo, la romantización y una amplia disputa con la propia realidad. Durante los últimos años me he dado cuenta de que mi visión sobre las cosas, muchas veces es el resultado de un mecanismo de defensa ante la deformidad de lo cotidiano.

 
 

Estos niños en bicicleta ante el Duomo de Spoleto, mientras las campanas repican, jugando a bajar desenfrenados una cuesta desierta, son el claro ejemplo de una de las muchas realidades estereotipadas que existen por aquí. Una vita lenta marcada por el ritmo de la luz y los horarios de las comidas (siempre), todo ello rodeado por la silenciosa invasión de los pocos turistas que se atreven a explorar la Italia más bella.

 

fig. 04 Macerata

 

fig. 05 Lungomare

fig. 6 Macerata

 

La mejor forma de valorar los días pasados es hacer un repaso por los sitios en los que he estado, porque siempre, siempre, sigo descubriendo algo nuevo. Esa idea de que no existen segundas oportunidades para las primeras impresiones estas últimas semanas se ha mostrado, si cabe, de una forma aún más fuerte, casi como si de una experiencia narcótica se tratase, desafiando constantemente esa extraña posibilidad de que de pronto, la belleza dejase de emanar de lo cotidiano.

 

fig. 7 Da Lorè, Caccamo

 
 

fig. 8 Il caffè

fig. 9 Macerata

Durante estas semanas, cada noche he tenido un sueño lúcido, y cada vez que he cerrado los ojos lo he hecho casi con la misma rareza como quien se descubre ante una película que no ha visto antes. En uno de ellos recuerdo caminar por una playa de piedras, a mi izquierda el mar, a mi derecha una muralla muy larga en un pueblo de la costa italiana. En algún momento sentía que la marea subiría y me ahogaría, por eso debía llegar al final antes de que eso sucediese. Era un paseo al atardecer, con total seguridad, de cualquier otra estación del año que no fuese verano.

Sujeto a muchas interpretaciones, de todas las veces que he soñado, esta ha sido la única vez que aún ahora recuerdo con nitidez.

fig. 10 Mare

 

Un día, paseando pude ver a A. asomado en su balcón, al que este último año la vejez ha decidido habitarle desde lo más profundo, de su físico y su cabeza, y he llegado a enfadarme conmigo misma, por no darme cuenta de que parar te hace lamentar la vida desde una forma infinitamente más perceptible.

Que el tiempo nos robe la vida es triste, sobretodo para quien ama vivir, y para quien ha sabido disfrutar de su camino.

 

fig. 11 Pranzo d B.

fig. 12 Still

 

Desde hace años, viajar sola es algo que mantiene vivo mi espíritu y mi mirada, y en cuanto a esta reflexión, muchas de mis expectativas este año estaban puestas en mi primer viaje a Nápoles.

 
 

fig. 13 Napoli

 

fig. 14 Napoli

 
 

fig. 15 Napoli

 

fig. 16 Napoli

 

Resultaría difícil contar todas y cada una de las vivencias de este pequeño viaje, supongo que porque esta ciudad abarca un inmenso bagaje de sensaciones variopintas, disruptivas, asintonas.

La fortuna me ha permitido conocer la ciudad de la mano de Veronica, napolitana de nacimiento, que me ha regalado la visión más realista de una urbe que parece haberse detenido en el tiempo.

 

Allí, donde las calles huelen a detergente, los niños se recrean con una libertad sobresaltada, y cada uno de sus barrios parecen una escena teatral que parece instalarse justo a tu paso, es donde realicé dos pensamientos firmes:

El primero fue mientras caminaba y una frase en mi cabeza me asaltó diciendo: “Esta es una ciudad maravillosa para esconderse”. Justo en eso debió pensar Caravaggio, cuando tras asesinar a un hombre en Roma decidió esfumarse. Si en su momento lo que quiso es pasar desapercibido, no lo consiguió, porque a su llegada no pudo dejar de pintar, y uno de los grandes regalos que me llevo es haber podido contemplar finalmente sus "Siete obras de misericordia" (1606-1607), ubicada en la iglesia del Pio Monte della Misericordia de Nápoles.

Este año cierro un círculo importante en cuanto a la peregrinación a mis altares.

 
 

fig. 17 Napoli

 

fig. 18 La Gaiola

 

Un Vesubio incendiado, una ciudad de misterios, maldiciones, una luna roja, y un Dios impuesto, me llevaron a realizar mi segundo pensamiento firme:

 

fig. 19 Roma

 

Supongo que es interesante esta comparativa, pero a veces, el amor distraído nos hace mirar hacia otro lado.

Omitiendo las obviedades que engloban hacer un viaje de estas características, si de algo me ha servido conocer los primeros estratos de esta metrópoli ha sido para darme cuenta de mi verdadero y gran amor reside en un sólo sitio.

 

fig. 20 Roma

 

La belleza, para mí, es una emoción palpable a un tipo de piedra, de luz, y de sonido. A veces pasa, y es que las distracciones no siempre son negativas, nos enseñan a redirigir el amor hacia lo que verdaderamente tiene un significado importante en nuestras vidas.

 
 

fig. 21 Autorritrato

 
 

Este año no ha habido espacio para mirarme como me hubiese gustado, imagino como síntoma de todo lo que ocupa en estos momentos mi cabeza, o quizás por no querer dejar entrever en mis ojos el peso de las cosas que a veces no digo.

Y tampoco ha habido poesía.

Pero si ha habido tiempo para crear y trabajar en silencio.

Es cierto, últimamente la mayoría de las respuestas a mi alrededor me resultan incompletas, pero existe algo en esa incertidumbre que no deja de susurrarme el motivo de mis pasiones.

 

fig. 22 Inés

 

Escribo las últimas palabras de esta Acta Diurna sentada desde un espacio lleno de luz que no es el habitual, pero al que me quiero acostumbrar. Lo hago mientras suenan las campanas de una iglesia en el centro de Madrid que me recuerdan un lugar que amo. Delante de mi veo a Haizea mientras pinta, Inés me enseña su obra de pose al natural, y en el piso de abajo la luz acentúa la belleza de las obras de Vittorio que traje desde Nápoles y que deseo que todo el mundo aprecie como lo hago yo.

Una vez soñé un espacio.

Y hoy estoy en él.

 

fig. 23 Balu | Canal Gallery Madrid

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